Aún queda buena fe en el mundo… – del diario de Meng Wanzhou

Meng Wangzhou Huawei CFO
Meng Wangzhou Huawei CFO
Meng Wangzhou Huawei CFO

Extraído del diario de la Señora Meng Wanzhou, CFO de Huawei

La Señora Meng Wanzhou tiene la costumbre de escribir un diario desde hace muchos años. A continuación se muestra un extracto de lo que escribió el 19 de diciembre de 2018 después de recibir un mensaje de un ciudadano japonés que perdió a su madre en el terremoto de Fukushima y donde Huawei desplegó sus redes de comunicaciones de emergencias después del desastre y un plan de reconstrucción:

Anoche, una carta de un ciudadano japonés llegó a mi “Wechat Moments” (WeChat es una red Social muy utilizada en Asia) y me llamó la atención, además de conmoverme por sus palabras que expresaban solidaridad, por su sentimiento de agradecimiento debido a las acciones desarrolladas por Huawei después del terremoto de Fukushima. Entonces recordé una frase que ha sido citada muchas veces: “Todavía existe la buena fe en el mundo”.

Después de mi detención en Canadá, el día de ser liberada bajo fianza, mientras yo esperaba en el tribunal para cumplir con las formalidades, mi abogado conversó conmigo y dijo que muchos desconocidos habían llamado a su oficina ofreciéndose a dar sus propiedades para cubrir la fianza, a pesar de que no me conocían. Ni siquiera me habían escuchado, pero sí conocen a Huawei y reconocen la compañía, así que están dispuestos a apoyarme. Mi abogado dijo que en sus cuarenta años de carrera profesional nunca había visto algo así, tanta gente dispuesta a dar un apoyo tan grande a una desconocida. Cuando leí sus palabras, no pude evitar estallar en lágrimas, no por mí, sino por tantas personas que creen y confían en mí.

En el momento del terremoto de Fukushima en Japón, me encontraba en la sede de IBM en los Estados Unidos, participando de un taller de una semana. Allí se estaba llevando a cabo una ronda de comunicación detallada con expertos senior en finanzas de IBM con respecto a si deberían iniciar el cambio de IFS (normas de seguridad y calidad) y su alcance.

En aquel entonces, la compañía decidió acudir a todos los planes de emergencia a cargo de finanzas y economía, incluida la guerra, plagas, todo tipo de convulsiones, terremotos, etc. Los equipos de finanzas y negocios fueron requeridos para elaborar planes de emergencia en varios escenarios y organizaron ensayos para que cuando ocurra un desastre, el plan pueda iniciarse rápidamente y los departamentos de la empresa puedan ensamblar y responder de acuerdo con el diseño del plan. Como en aquel entonces no podía irme de los Estados Unidos, pidieron a la Sra. Sun (Cargo de Mrs. Sun) que fuera sola a Japón.

Después de regresar de los Estados Unidos, organicé a mi equipo financiero para compartir y discutir lo aprendido en el taller. Tras llegar a un consenso básico sobre el pensamiento de la reforma financiera que podría comunicar con IBM, compré un boleto aéreo a Tokio para ir a la oficina de Japón a reunirme con mis colegas, para discutir que trabajos podíamos hacer en la reconstrucción posterior al desastre de Fukushima. Incluida la reparación urgente de la red para nuestros clientes y nuestra propia operación diaria. Se estableció el equipo de trabajo de emergencia en la compañía junto con la señora Sun, que acababa de regresar de Japón antes de mi viaje, así que ya no había más que por hacer por mi parte. Solamente me encargué de reorganizar el trabajo de las dos semanas posteriores al terremoto, junto con la oficina de Japón, así como verificar y coordinar las responsabilidades del equipo. Tomé muchas notas sobre esta experiencia.

El terremoto en Japón fue la primera vez que el departamento financiero de la empresa participó en el diseño y la implementación de un plan de crisis. Aunque algunos de nuestros procesos encontraron obstáculos, la colaboración durante la reconstrucción después del desastre, nos ayudó a acumular una experiencia muy valiosa. Unos años después, en el terremoto de Nepal, nuestro plan de crisis pudo respaldar plenamente el trabajo de reconstrucción posterior al desastre, lo cual fue muy valorado por nuestros clientes nepalíes.

Rara vez menciono esta experiencia, y no tengo nada de lo qué estar orgullosa. Es solo mi trabajo. Como dicen, «las personas buenas serán recompensadas por lo que hacen». Pero no se me ocurrió que ocho años después, esta recompensa vendría en la forma de una carta escrita por un ciudadano japonés, que llenó mi corazón de inmenso orgullo y me reconfortó. Orgullosa porque abordé aquel vuelo a Japón bajo una gran incertidumbre. Soy valiente no porque no tenga miedo, sino por el valor que busco en mi corazón y mi fe. Me siento feliz porque el trabajo arduo siempre vale la pena.